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16-05-2014 |
Ucrania - Después de Odessa, "seguir siendo humanos", es un programa político
Activistas pro rusos se enfrentan a la policía, frente al edificio del gobierno regional, en Donetsk, el 1 de mayo. AP/Evgeniy Maloletka
Ilya BUDRAITSKIS
En los dos días que han pasado desde los acontecimientos trágicos en Odessa, hemos escuchado docenas de versiones de lo sucedido. Y todas estas versiones han estado, de una manera u otra, a la búsqueda de una "mano invisible" que envió a dos grupos armados de manifestantes a entrar en conflicto unos con otros, y empujó a uno de ellos al matadero, en la Casa de los Sindicatos .
La mayoría de estas versiones - de la de Kiev oficial a la de los propagandistas rusos - señalan a la policía local, que de una manera consciente y organizada se abstuvo de cualquier intento de evitar la creciente violencia.
Estas versiones de los hechos como regla, ofrecen un "escenario" de motivos, que trabaja en favor de uno u otro lado: para Yulia Timoshenko [ex primer ministro ucraniana] sabotear la elección presidencial del 25 de mayo con el fin de garantizar su propia victoria en el futuro; para el gobierno de Kiev ntimidar a los "separatistas" y responsabilizarlos por el baño de sangre; el gobierno ruso se se mostrará más que convincente en desacreditar a los partidarios de la "junta" de Kiev; el ex presidenteYanukovich empujar a Rusia a una abierta intervención militar.
En cierto modo, cada una de estas versiones suena convincente para nosotros - la gente de Rusia y Ucrania - porque sabemos que ninguna de las fuerzas mencionadas se detendría en la realización de cualquier delito a fin de lograr sus fines. Esta disposición a hacer víctimas a los propios ciudadanos siempre fue una condición necesaria para la selección de los miembros de la élite postsoviética. En esa élite, no hay nadie, nadie en absoluto, que sea moralmente incapaz del asesinato en masa.
Pero lo que pudiera haber sido la intención inicial de quien organizó la tragedia Odessa, habrá de tener- o, más seguramente, ya tiene - otra consecuencia: la lógica de la guerra civil se ha desatado, y en la actualidad es casi imposible detenerla. En el último mes - con su expectativa de las operaciones militares, la ocupación de los edificios, la toma de rehenes, las escaramuzas locales en Donbass - muchas personas, sin embargo, mantuvieron la tímida esperanza de que todo el proceso estaba siendo manejado por alguien, y que eso significaba que podría ser detenido. La base de esa esperanza no es la voluntad de Putin, las potencias occidentales o el gobierno de Kiev -, sino el hecho de que la mayoría de los ucranianos simplemente no están preparados a matarse unos a otros.
Pero recordamos la historia no tan lejana de la década de 1990 [en Bosnia] con esa sensación terrible de que se está cruzando la raya: vecinos amigos, "pueblos soviéticos", que durante décadas habían olvidado las divisiones entre sí de "enemigos" y "amigos", de repente, a los pocos días, pierden las características humanas y se convierten en bestias absolutas, tomando existencia real eso que solo se conocía en las películas patrióticas sobre la invasión fascista.
Fue así como, después de que se planteó la cuestión de la "lengua del Estado", la guerra de Transnistria comenzó. Fue así como los serbios y los croatas llegaron a un punto de no retorno, en ese famoso partido de fútbol en Split. Todo esto es demasiado bien conocido como para no entender que los perdedores en estas guerras son todos, sin excepción. La venganza de las primeras víctimas sólo produce otros nuevos - y proporciona la base para las nuevos actos de represalia. Este es el resultado más terrible de los acontecimientos de Odessa: para ambas partes se ha hecho cualquier acto de venganza, incluso el más brutal, algo justificado e inevitable.
En las llamas que estallaron en la Casa de los Sindicatos no era difícil ver las profundidades de la barbarie en la que Ucrania podría hundirse fácilmente. Profundidades, cuya extensión no parece ser plenamente comprendida por uno solo de los hijos de puta que montaron la coreografía de los enfrentamientos del 2 de mayo.
No hace mucho tiempo, la demanda de "seguir siendo humanos" habría sonado como un deseo completamente abstracto. Ahora, después de la masacre de Odessa, se ha convertido en un programa político.
(Ilya Budraitskis es un historiador ucraniano actualmente residente en Moscú, vinculado al trotskismo hace unos años, luego integrante del Movimiento Socialista Ruso)
Artículo enviado por: Fernando Moyano
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